Título: El Diario de Ana Frank
Título original: Het Achterhuis
Traducción: Diego Puls
Editorial: DeBolsillo
Páginas: 298
Categoria: Memorias. Diario. Segunda Guerra Mundial.
Tras la invasión de Holanda, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Amsterdam en 1933, se ocultaron de la Gestapo en una buhardilla anexa al edificio donde el padre de Ana tenía sus oficinas.
Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidos enviados a campos de concentración. En ese lugar y en las más precarias condiciones, Ana, a la sazón una niña de trece años escribió su estremecedor Diario: un testimonio único en su género sobre el horror y la barbarie nazi, y sobre los sentimientos y experiencias de la propia Ana y sus acompañantes.
Ana murió en el campo de Bergen-Belsen en marzo de 1945. Su Diario nunca morirá.
Terminé de
hacer una relectura de éste libro recientemente. La primera vez que lo leí
habrá sido en la adolescencia y me pareció buena idea releerlo ya que me compré
una nueva edición que se supone que tiene añadidos de partes que fueron
eliminadas en la edición original al ser publicado.
Como ya
saben, si es que en algún momento han tenido la oportunidad de leerlo, éste
libro trata acerca del Diario de una joven judía, llamada Ana Frank, que vivía
en Holanda, a quien le regalan en su cumpleaños un diario.
En un determinado
momento tanto ella como su familia deben ocultarse, ante el asedio de los nazis,
y a lo largo del tiempo en que se encuentra oculta en un anexo escribe en su
Diario sus pensamientos, vicisitudes y opiniones acerca de lo que sucede.
Espero
poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que
seas para mí un gran apoyo…”
Hasta
ahora has sido para mí un gran apoyo, y también Kitty, a quién escribo
regularmente. Esta manera de escribir en mi diario me agrada mucho más y ahora me cuesta esperar cada vez a que llegue el
momento para sentarme a escribir en ti. ¡Estoy tan contenta de haberte traído
conmigo!
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Librero que ocultaba la entrada hacia el anexo
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Lo más triste
de todo es que cuando estás leyendo el libro sabés que la autora, Ana, y demás
miembros –con excepción de Otto Frank- están muertos. Que fueron atrapados por
los nazis, que fueron trasladados a campos de concentración, que sus cuerpos no
lograron resistir tanta angustia, penurias, hambre, frío. Que murieron como
otros cientos de miles y millones más. Y en el propio Diario logramos leer que
Ana conocía qué destino tenían los judíos detenidos por los alemanes. Ella al
ser capturada habrá sentido el horror que se avecinaba en toda su potencia.
Hoy no
tengo más que noticias desagradables y desconsoladoras para contarte. A
nuestros numerosos amigos y conocidos judíos se los están llevando en grupos.
La Gestapo no tiene la mínima consideración con ellos, los cargan nada menos
que en vagones de ganado los envían a Westerbork, el gran campo de
concentración para judíos en la provincia de Drente. Miep nos ha hablado de
alguien que logró fugarse de allí. Debe ser un sitio horroroso. A la gente no
le dan casi de comer y menos de beber. Sólo hay agua una hora al día, y no hay más que un retrete y un lavabo para
varios miles de personas. Hombres y mujeres duermen todos juntos, y a éstas
últimas y a los niños a menudo les rapan la cabeza. Huir es prácticamente
imposible. Muchos llevan la marca inconfundible de su cabeza rapada o también
la de su aspecto judío… Nosotros suponemos que a la mayoría los matan. La radio
inglesa dice que los matan en cámaras de gas, quizá sea la forma más rápida de
morir.
El mismo día de la detención, dos personas que eran sus protectoras hasta aquel momento, llamadas Miep Gies y Bep Voskuijil, lograron poner en buen recaudo los textos que encontraron de Ana. Debemos tener en cuenta que cuando fueron encontrados por los alemanes, además de llevárselos detenidos, sus captores destruyeron y registraron todo el lugar. Debería ser considerado una suerte que alguien pudiera rescatar el Diario en el medio de aquella tragedia.
Miep Gies guardó los papeles en su escritorio y al ser liberado Otto Frank, único sobreviviente de quiénes se escondían junto con Ana en el “cuarto de atrás”, se los entregó sin leerlos. Se los entregó a él cuando tuvo la certeza de que ella no podría volver jamás.
Si quieren saber qué fue de la vida de Otto Frank después de todo esto puede interesarles el libro Después de Auschwitz de Eva Schloss (reseña AQUI) quien fue su hijastra, ya que Otto se casa con su madre, también viuda por la guerra.
LOS HABITANTES DEL ANEXO
Si no leyeron
aún el libro les voy a dar algunos datos acerca de los habitantes del anexo. En
la edición publicada, la versión editada por Otto Frank, él decidió no usar
seudónimos (una idea que Ana Frank al parecer tenía, en caso de publicar el
libro posguerra, ya que había hecho una lista de los diferentes nombres que le
daría a cada persona de la que hablaba en su diario) y mantuvo para los
miembros de su familia su verdadero apellido pero a los otros personajes les
cambió los nombres. Sin embargo, los protectores de la familia mientras se
hallaron en el anexo, se merecen ser mencionados en el libro y mantienen los
nombres auténticos al menos en ésta edición que leí. Los nombres de demás
personajes se mantuvieron a los de la edición anotada y en algunos casos tan
sólo se usan unas iniciales al azar.
En total eran ocho personas, ocultas,
conviviendo en “el Anexo”:
- FAMILIA VAN PELS: Auguste y Herman
Van Pels y su hijo Peter.
- FAMILIA FRANK: Otto Frank y su esposa,
junto con sus dos hijas, Margot -la mayor- y la propia Ana.
- Fritz Pfeffer
En una
primera revisión de su propio Diario, Ana decide reemplazar, por medio de
seudónimos, los nombres de quienes convivían con su familia en la buhardilla.
Así es como a los Van Pels y a Pfeffer decide renombrarlos así:
En el libro aparecen con los nombres
cambiados, los de la derecha, todos ellos.
PERSONALIDAD DE ANA
Lo que
siempre me pareció llamativo, con respecto de la figura de Ana Frank, es la
imagen edulcorada que en general quieren dar acerca de ella. Lo que quiero
decir es que al leerla -cuando recordaba el libro y ciertos aspectos generales
acerca de los hechos relatados-, siempre me dio la impresión de ser una chica
adolescente bastante sola en cuanto a guardarse cosas para sí misma, y para su
diario, sus miedos y preocupaciones.
Para alguien como yo es una sensación muy
extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da
la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán
las confidencias de una colegiala de 13 años. Pero eso en realidad da igual,
tengo ganas de escribir y mucho más aún de
desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas.
‘El papel es más paciente que los hombres’
Tuve
las mismas impresiones que recordaba. No en el sentido positivo e infantil que
creo que tratan de dar, especialmente recuerdo una adaptación que tenía a
Melisa Gilbert como protagonista, como una extensión de su personaje de Laura
Ingalls pero llevado al anexo.
Ana era
profunda, tenía sus propios pensamientos y opiniones. Sinceramente debe ser
difícil ser adolescente y estar encerrada viviendo tanto estrés constante y
saber que si te atrapan estarán en peligro mortal.
Que bien
que estamos aquí, qué bien y qué tranquilos. No necesitaríamos tomarnos tan a
pecho esta miseria, si no fuera que tememos por lo que les está pasando a todos
los que tanto queremos y a quienes ya no podemos ayudar. Me siento mal, porque
mientras yo duermo en una cama bien abrigada, mis amigas más queridas quién
sabe dónde estarán tiradas.
Me da
mucho miedo pensar en todas las personas con quienes me he sentido siempre tan
íntimamente ligada y que ahora están en manos de los más crueles verdugos que
hayan existido jamás.
Creo que si
ya no lo era en 1942, al empezar a escribir en su diario, el estar encerrada la
hizo madurar y refrenarse muchísimo. Empezó a callar, aunque los demás no lo
notaran tanto, para que no se generaran problemas por sus quejas y opiniones.
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La habitación de Ana Frank |
Ya no
podría escribir una cosa así.
Ahora que
releo mi diario después de un año y medio, me sorprendo de que alguna vez haya sido tan cándida e ingenua. Me doy cuenta
de que, por más que quisiera, nunca más podré ser así. Mis estados de ánimo,
las cosas que digo sobre Margot, mamá y papá, todavía lo comprendo como si lo
hubiera escrito ayer. Pero esa manera desvergonzada de escribir sobre ciertas
cosas ya no me las puedo imaginar.
Medio irónica
y burlona era constantemente, pero más que nada hacía comentarios en su Diario.
Realizaba ciertas críticas a lo que observa, en la cotidianeidad de su
reclusión junto con los otros, pero lo hacía en la soledad de su Diario que
constituía para ella una ayuda para poder desahogarse.
La actitud de
los demás hacia ella es de crítica absoluta. Era como el punto de fuga, el
punto en el que todos se focalizaban, el chivo expiatorio de los demás para
descargar sus frustraciones ya que la vivían criticando –todo lo que hablo es
desde el punto de vista lector que sólo sabe la versión de la propia Ana- los
demás cometen sus errores y tienen sus defectos que hacen que sea difícil la
convivencia pero todos prefieren callar para no crear conflictos, y a ella la
critican por, más que nada al inicio del encierro, decir lo que piensa y
quejarse de las diferencias que hacen con ella y su hermana o que hace la otra
familia, los Van Daan.
Me hierve
la sangre y tengo que ocultarlo. Quisiera patalear, gritar, sacudir con fuerza
a mamá, llorar y no sé qué más, por todas las palabras desagradables, las
miradas burlones, las recriminaciones que como flechas me lanzan todos los días
con sus arcos tensados y que se clavan en mi cuerpo sin que pueda sacármelas. A
mamá, Margot, Van Daan, Dussel y también a papá me gustaría gritarles: “¡Dejadme
en paz, dejadme dormir por fin una noche sin que moje de lágrimas la almohada,
me ardan los ojos y me laten las sienes ! ¡ Dejadme que me vaya lejos, muy
lejos, lejos del mundo si fuera posible ¡”. Pero no puedo. No puedo mostrarles
mi desesperación, no puedo hacerles ver las heridas que han abierto en mí. No
soportaría su compasión ni sus burlas bienintencionadas. En ambos casos me
daría por gritar.
Más de
una vez, después de recibir una sarta de recriminaciones injustas, le he dicho
a mamá: “No me importa lo que digas. No
te preocupes más por mí, que soy un caso perdido.” Naturalmente, en seguida me
contestaba que era una descarada, me ignoraba más o menos durante dos días y
luego, de repente, se olvidaba de todo y me trataba como a cualquier otro.
Para sumarle
más conflictividad a la situación debo comentar que en un momento llega un
octavo habitante al anexo, Dussel, a quien lo instalan en el mismo dormitorio
que a Ana y se suma a quienes la criticas sin fin.
Se me
considera la peor educada de los tres jóvenes de la casa, tengo que hacer lo
imposible para eludir sus reiteradas regañinas y recomendaciones de viejo y
hacerme la sueca. Todo esto no sería tan terrible si el estimado señor no fuera
tan soplón y, para colmo de males, no hubiera elegido justo a mamá para irle
con el cuento.
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Margot y Ana |
Mamá y yo
nos entendemos bastante mejor últimamente, aunque nunca llegamos a tener una
verdadera relación de confianza... A Margot no puedo calificarla más que
detestable; me crispa terriblemente los nervios de la noche a la mañana.
Margot es la típica persona que con tal de no
crear conflicto no realiza una crítica hacia otra persona de ningún modo.
Prefiere comer poco, y no se queja –al menos frente a Ana-, mientras a su alrededor
los Van Daan en diferentes días realizan acciones para comer más que los Frank.
Realiza tareas de limpieza como por ejemplo lavar cubiertos cuando Peter está
recostado durmiendo o la Sra. Van Daan evita realizar esfuerzos. Y así un
sinfín de cotidianeidades de mini conflictos que el egoísmo puede generar.
Se siente que
hay una distancia con Margot, con la que tendría que ser mucho más unida, ya
sea por la diferencia de edad entre ellas o la de caracteres. La madre y su
hermana se parecen más en caracteres por lo que se llevan muy bien. Ella no.
Margot y
Peter no son para nada lo que se dice “jóvenes”; los dos son tan aburridos y
tan callados… Yo desentono muchísimo con ellos, y siempre me andan diciendo “Margot
y Peter tampoco hacen eso, fíjate en cómo se porta tu hermana.” ¡Estoy harta!
Te
confesaré que yo no quiero ser para nada como Margot. La encuentro demasiado
blandengue e indiferente, se deja convencer por todo el mundo y cede en todo.
¡Yo quiero ser más firme de espíritu! Pero estas teorías me las guardo para mí,
se reirían mucho de mí si usara estos argumentos para defenderme.
Pero lo interesante
es que se focalizan en que Ana habla mucho o es fastidiosa o quejumbrosa o lo que sea. Nunca hablan de
conflictos más grandes que se generan entre familias. La Sra. Van Daan vive
quejándose de ella, de su educación.
LA PERSECUCIÓN NAZI
Una de las cuestiones importantes, me
parecía que era, saber qué tanto sabían los escondidos acerca de la persecución
nazi mientras ellos estaban a salvo.
Las fuentes principales de información acerca del exterior eran escuchar la
radio y lo que les decían sus protectores, Miep por ejemplo.
Ninguno
de nosotros sabe muy bien qué actitud adoptar. Hasta ahora nunca nos habían
llegado tantas noticias sobre la suerte de los judíos y nos pareció mejor
conservar en lo posible el buen humor. Las pocas veces que Miep ha soltado algo
sobre las cosas terribles que le sucedieron a alguna conocida o amiga, mamá y
la señora Van Daan se han puesto cada vez a llorar, de modo que Miep decidió no
contarles nada más.
Otra fuente
de información fue, en un determinado momento cuando llegó el octavo judío que
se escondería en el anexo: Dussel.
Dussel
nos ha contado mucho de lo que está pasando fuera, en ese mundo exterior que
tanto echamos de menos. Todo lo que nos cuenta es triste. A muchísimos de nuestros amigos y conocidos se los han
llevado a un horrible destino. Noche tras noche pasan los coches militares
verdes y grises. Llaman a todas las
puertas, preguntando si allí viven judíos. En caso afirmativo continúan su
recorrido. Nadie escapa a esta suerte, a no ser que se esconda. A menudo pagan
un precio por persona que se llevan: tanto florines por cabeza. ¡Como una
cacería de esclavos de las que se hacían antes! Pero no es broma, la cosa es
demasiado dramática para eso. Por las noches veo a menudo a esa pobre gente
inocente desfilando en la oscuridad, con niños que lloran, siempre en marcha,
cumpliendo las órdenes de esos individuos, golpeados y maltratados hasta casi
no poder más. No respetan a nadie: ancianos, niños, bebés, mujeres embarazadas,
enfermos, todos sin excepción marchan camino de la muerte.
Y todo
por ser judíos.
En el libro
mismo Ana relataba lo que sabía que sucedía en el exterior con la gente que
huía del asedio de los nazis y acerca de que lo peor estaba en el exterior,
mientras que ellos en el interior del anexo estaban protegidos.
Afuera es
terrible. Día y noche se están llevando a esa pobre gente, que no lleva consigo
más que una mochila y algo de dinero. Y aun estas pertenencias se las quitan en
el camino. A las familias las separan sin clemencia: hombres, mujeres y niños
van a parar a sitios diferentes. Al volver de la escuela, los niños ya no
encuentran a sus padres. Las mujeres que salen a hacer la compra, al volver a
sus casas se encuentran con la puerta sellada y con que sus familias han
desaparecido. Los holandeses cristianos también empiezan a tener miedo, pues se
están llevando a sus hijos varones a Alemania a trabajar. Todo el mundo tiene
miedo. Y todas las noches cientos de aviones sobrevuelan Holanda, en dirección
a Alemania, donde las bombas que tiran arrasan con las ciudades, y en Rusia y
África caen cientos o miles de soldados cada hora. Nadie puede mantenerse al margen. Todo el planeta
está en guerra, y aunque a los aliados les va mejor, todavía no se logra
divisar el final.
Podría
estar horas contándote sobre las desgracias que trae la guerra, pero eso haría
que me desanimara aún más. No nos queda más remedio que esperar con la mayor
tranquilidad posible el final de toda esta desgracia. Tanto los judíos como los
cristianos están esperando, todo el planeta está esperando, y muchos están esperando
la muerte.
Así que
podemos imaginar el terror que sintieron
todos los habitantes del anexo al ser descubiertos, arrestados y llevados a
campos de concentración. Porque los habitantes del anexo tenían información
acerca del exterior y sabían de la existencia de los campos.
Me angustia
más de lo que puedo expresar el que nunca podamos salir fuera, tengo mucho miedo de que nos descubran y nos
fusilen. Eso es, naturalmente, una perspectiva demasiado halagüeña.
Lo que estoy
tratando de expresarles es, en definitiva, que Ana ya fuera por tener tanto
tiempo para reflexionar o porque su carácter ya era de ésa forma, era una
persona que vivía preocupada, que se daba cuenta de la situación grave que
corría ella y su familia –y todos los judíos- en Holanda, en Europa, en el
mundo belicista. No es una niña ilusa encerrada y con puros pensamientos
superficiales al estilo “la vida es bella”. No, la vida está siendo muy difícil
y complicada en Europa.
Ésta imagen
que Hollywood te quiere imponer acerca de ella es absolutamente vana y vacía.
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El edificio donde Ana y su familia se ocultaba |
¡Bonito
pueblo el alemán!, y penar que en realidad yo también pertenezco a él. Pero no,
hace mucho que Hitler nos ha convertido en apátridas. De todos modos no hay
enemistad más grande en el mundo que entre los alemanes y los judíos.
En síntesis, deja en evidencia, por medio de las vivencias de su joven protagonista, el extremo al que debieron llegar para tratar de sobrevivir.
Extremadamente recomendable para leerlo desde chica aunque considero que al ser un poco mayor es cuando se llega a comprender en toda su magnitud los crímenes cometidos en la Segunda Guerra Mundial.
Extremadamente recomendable para leerlo desde chica aunque considero que al ser un poco mayor es cuando se llega a comprender en toda su magnitud los crímenes cometidos en la Segunda Guerra Mundial.
Ana Frank
Nació el día 12 de junio de 1929 en la ciudad alemana de Fráncfort. Su hermana Margot era tres años mayor que ella.
La crisis económica, el surgimiento de Hitler y un creciente sentimiento antisemita en la sociedad alemana pusieron fin a la tranquila familia de Ana y de miles de otras familias de judíos.
La familia Frank se mudó a Amsterdam, huyendo del nazismo, en búsqueda de un país que creyó que se mantendría neutral a la guerra. Junto con otras cuatro personas más, los Frank, se ocultaron en la "casa de atrás" del edificio situado en el canal Prinsengracht nº 263 (Amsterdam).
Luego de permanecer más de dos años ocultos son descubiertos y deportados a campos de concentración. De los ocho escondidos, sólo el padre de Ana y Margot, Otto Frank, sobrevive.
Otto Fran decide publicar el Diario de Ana luego de su muerte y así se hizo mundialmente famoso su testimonio.
La crisis económica, el surgimiento de Hitler y un creciente sentimiento antisemita en la sociedad alemana pusieron fin a la tranquila familia de Ana y de miles de otras familias de judíos.
La familia Frank se mudó a Amsterdam, huyendo del nazismo, en búsqueda de un país que creyó que se mantendría neutral a la guerra. Junto con otras cuatro personas más, los Frank, se ocultaron en la "casa de atrás" del edificio situado en el canal Prinsengracht nº 263 (Amsterdam).
Luego de permanecer más de dos años ocultos son descubiertos y deportados a campos de concentración. De los ocho escondidos, sólo el padre de Ana y Margot, Otto Frank, sobrevive.
Otto Fran decide publicar el Diario de Ana luego de su muerte y así se hizo mundialmente famoso su testimonio.
#MusicForReaders #BookSoundtrack #Books&Music
Es la sección en la que pongo una canción elegida por mí, que me parece que combina perfectamente con la trama del libro reseñado:
BookSoundtrack para " El Diario de Ana Frank":
Un rincón de mi mundo de Estopa
Préstenle atención a la letra y verán...
Donde no cumplo condena
Donde no escucho sirenas
Donde me quedo un ratito para recapacitar
Guardo mis noches en vela
Sólo que queda esperar
Que llegue la primavera
Que no acaba de llegar
Donde no cumplo condena
Donde no escucho sirenas
Donde me quedo un ratito para recapacitar
Guardo mis noches en vela
Sólo que queda esperar
Que llegue la primavera
Que no acaba de llegar
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