Autora: Charlotte Perkins Gilman
Título
en Español: El Tapiz Amarillo
Título Original: The Yellow Wallpaper
Editorial: Lumen
Traducción: Jofre Homedes Beautnagel
Categoría: Suspenso. Drama
Psicológico.
El Tapiz Amarillo está escrito como el diario
secreto de una mujer que, debilitado su gusto por el matrimonio y la
maternidad, es obligada a una cura de reposo en el campo para remediar su
"condición nerviosa", que en realidad sólo era una depresión
postparto. Aunque ella desea escribir, su esposo y el doctor se lo prohíben,
prescribiéndole en cambio una pasividad completa. Encerrada en su habitación,
la protagonista crea una realidad más allá de dibujo hipnótico del desteñido
tapiz amarillo, un dibujo que ha venido a simbolizar su propia reclusión.
En éste
libro, El Tapiz Amarillo ,
la protagonista parece estar sumergiéndose en la más profunda depresión pero
que es diagnosticada de "nervios propios de la mujer", quitándole la
importancia que ella quisiera darle.
El
remedio: estar
en una casa de campo aislada de todos y vigilada por el marido o su cuñada para
que no escriba.
Ella constantemente intuye qué es lo que podría mejorarle sus ánimos: estar con gente, en espacios concurridos. Pero el marido, John, decide qué es lo mejor para ella.
Ella constantemente intuye qué es lo que podría mejorarle sus ánimos: estar con gente, en espacios concurridos. Pero el marido, John, decide qué es lo mejor para ella.
Decide que
debe estar en la campiña inglesa y estar encerrada en una habitación con una
papel tapiz rajado y amarillo, color exasperante, más
irritante se nos hace ya que por las descripciones y reacción de la
protagonista te lo imaginás muy viejo y sucio.
Una mujer que quiere dormir abajo porque la perturba el tapiz y el marido le dice que no entra una cama matrimonial abajo –aunque después la dejara sola en ésa habitación-; ella le dice de cambiar el tapiz a lo que él le responde que no quiere ya que éso sería darle la importancia que no merecen a sus obsesiones. Cada una de sus objeciones es desechada y banalizada. La trata de "su tontita", de inestable, y trata de presentar la enfermedad de su mujer como una histeria femenina.
Una mujer que quiere dormir abajo porque la perturba el tapiz y el marido le dice que no entra una cama matrimonial abajo –aunque después la dejara sola en ésa habitación-; ella le dice de cambiar el tapiz a lo que él le responde que no quiere ya que éso sería darle la importancia que no merecen a sus obsesiones. Cada una de sus objeciones es desechada y banalizada. La trata de "su tontita", de inestable, y trata de presentar la enfermedad de su mujer como una histeria femenina.
John es médico, y es posible (claro que no se lo diría a nadie, pero esto lo escribo sólo para mí, y con gran alivio por mi parte), es posible, digo, que ése sea el motivo de que no me cure más deprisa.
¡Es
que no se cree que esté enferma!
¿Y qué
se le va a hacer? Si un médico de prestigio, que además es tu marido,
asegura a los amigos y a los parientes que lo que le pasa a su mujer no es nada
grave, sólo una depresión nerviosa transitoria (una ligera propensión a la
histeria), ¿qué se le va a hacer?
Pero también es el marido el que si bien no provoca la inestabilidad la
fortalece incesantemente. Primero no hay nada peor que sentirse extraña, pero que a esa
extrañeza los demás le digan enfermedad, que luego deba ser tratada y que el
tratamiento evaluado no guste para nada lo termina empeorando todo. A pesar de
todas sus oposiciones ella es obligada a tomarlo -el tratamiento- como se lo
quieren recetar cuando en realidad debería ser una decisión personal para
lograr sentirse mejor anímicamente.
De las primeras cosas que empezamos a enterarnos, por medio de la
narradora, es que se le tiene absolutamente prohibido escribir (por
recomendación del médico y de su marido) porque la desgasta. Así es como ella
decide hacerlo a escondidas. Esto me dice que lo hace a menudo porque
que aclaren tan especifica y puntualmente que no debe hacerlo es que lo hacía
asiduamente, por lo tanto le están quitando algo que es objeto de descarga de
energía y que le sirve para despejarse.
Está todo el día aislada en su habitación, la que odia. El marido no le
pide opinión, solo exige lo que debe ser/hacer, y como él es médico tiene
automáticamente razón en lo que fuera que diga. Es también éste mandato forzoso
-que hace que ella se mantenga en esa habitación- lo que define fuertemente el
desenlace de la historia. Es como una forma de tortura el que te obliguen a ver
lo que no querés ver o te hace mal cuando una necesita justamente lograr un
estado anímico positivo para mejorar y volver a realizar tu vida cotidiana normal.
Estoy más sensible que antes, eso seguro. Yo creo que es por mi problema de nervios.
Pero
John dice que si pienso eso me olvidaré de controlarme como es debido; así que
hago esfuerzos por controlarme, al menos en su presencia, cosa que me cansa
mucho.
No me
gusta nada el dormitorio. Yo quería uno de la planta baja que daba a la
galería, con rosas enmarcando la ventana y unas colgaduras de chintz anticuadas
que eran una preciosidad; pero John se negó en redondo.
Dijo
que sólo había una ventana, que el espacio no daba para dos camas y que tampoco
había ningún otro dormitorio cerca para que se instalara él.
Es muy
atento, muy cariñoso, y casi no me deja dar un paso sin intervenir.
El marido refuerza los síntomas, simplemente con él no puede contar ni
hablar ya que presupone que la ignorará y/o menospreciará: primero se sabe que es alguien a quien no se le
puede confiar sentimientos porque los juzgará tontos y no les dará la
importancia que una le da; segundo, porque ahora entra en acción
otros elementos como por ejemplo que ella debe ocultar lo que la hace feliz
pero no debería hacer. Cosas que hace para lograr tolerar la realidad, a través
de escribir a escondidas por ejemplo, él la está llevando a eso; tercero,
los pensamientos y obsesiones siguen y siguen creciendo y sin tener
posibilidades de buscar una segunda opinión -a la de su marido-, además del
hecho de una nueva “mentira” que es simular dormir para que él no se
preocupe.
Es como si se tratara de una nena que no sabe nada y que el padre debe
ser su guía y no toma sus palabras en cuenta porque no sabe nada de la vida, y
en cuanto a esa materia él es experto y "sabe que es lo mejor para
ella".
Pero principalmente el peor enemigo de la narradora es ella misma,
porque es ella la que permitió que con su marido llegaran a este punto crítico
de la vida. Su propia falta de voz y autonomía es la que le provoca un decaimiento
físico, psicológico.
De hecho le falta tanto usar su voz que escribe como descarga. Ella sabe, intuye y siente lo que le
hace falta, ver gente, sociedad, ser estimulada mentalmente pero sigue,
irremediablemente, lo que el marido le dice. El empapelado amarillo es
lo que explota la crisis, el destruir el empapelado es destruir esa realidad,
ver a la mujer como encarcelada detrás de ese empapelado es obviamente ella. Pero
también es así porque ella ubicó su foco de atención sobre este
tapiz amarillo. Es cierto que si no existiera dicho tapiz, su insatisfacción
con la situación iba a encontrar otra excusa para poder sacar la verdad. Algún
otro objeto de la habitación le llegaría a molestar si ése tapiz no hubiera
existido inicialmente.
EL DIAGNÓSTICO DEL HOMBRE
La historia habla de la falta de independencia de la mujer por culpa
directa de los hombres que la rodean: el marido, los hermanos, el padre. No importa quién, pero la opinión de un hombre tiene más peso que la de
una mujer, y, aunque
ahora mejoramos un poco pero no lo suficiente, en esa época -fines del 1800-,
era muchísimo peor el tema.
Esta es una historia sobre lo no dicho, sobre lo que se calla y explota
de alguna manera por otro lado.
Una novela corta y con una trama que parece simple –una mujer
obsesionada con un papel tapiz color amarillo- pero que crece en
tensión y está relatada a modo de suspenso y con ambientes góticos, ese es el
mayor logro en la autora, Charlotte Perkins Gilman, además de hacer una historia que podría
considerarse principal para el feminismo y el entendimiento del poder del
hombre sobre la mujer, donde no solo decide sobre su cuerpo sino también sobre su mente.
La mirada del hombre juzga, estudia y
diagnostica a la mujer.
Si un médico de prestigio, que además es tu marido, asegura a los amigos y a los parientes que lo que le pasa a su mujer no es nada grave, sólo una depresión nerviosa transitoria (una ligera propensión a la histeria), ¿qué se le va a hacer? Mi hermano, que también es un médico de prestigio, dice lo mismo.
En la novela esos hombres son su marido y su hermano, ellos deciden y
digitan la vida de la protagonista. No solo eso, sino que además tienen la
ayuda de otras mujeres, las mujeres que solo viven para ser madres, amas de
casa.
La historia de la
mujer oprimida en El Tapiz Amarillo tiene sus raíces biográficas.
En 1884 Charlotte Perkins Gilman se casó con el artista Charles Walter Stetson después de haber rechazado su
primera oferta al tener la impresión de que aquello no era bueno para ella.
Al año siguiente
nació su única hija, Katharine Beecher Stetson. Charlotte Perkins Gilman sufrió una profunda depresión postparto en
los meses posteriores al nacimiento de Katharine: a los 26 años de edad,
Charlotte buscó la ayuda del primer neurólogo del país, el doctor Silas Weir Mitchell de Filadelfia. Diagnosticó
agotamiento de los nervios y le prescribió una «cura de descanso», un
tratamiento controvertido del que Mitchell era pionero. Después de
seis semanas, Gilman pudo marchar a casa con instrucciones por parte de
Mitchell:
"vive una vida tan doméstica
como se pueda. Ten a tu hija contigo todo el tiempo...
Échate durante una hora tras cada
comida. Como máximo ten dos horas de actividad intelectual al día.
Y nunca toques una pluma, un lápiz o un
pincel en tu vida".
Durante unos meses intentó seguir el consejo de Mitchell, pero su
depresión se agravó y Gilman se acercó peligrosamente a un colapso emocional
total. A principios del otoño la pareja había decidido que era necesario un
divorcio para que ella recuperara la salud mental sin afectar a las vidas de su
esposo e hija. Durante el verano de 1888, Charlotte y Katharine pasaron un
tiempo en Bristol, Rhode Island, lejos de Walter, y allí fue donde empezó a
aliviarse su depresión. Gilman se separó de su esposo, algo insólito para la
época, pero que ella consideraba necesario para mejorar su salud mental. Se
divorciaron años más tarde, en 1894.
En síntesis creo
que El Tapiz Amarillo es un libro de suspenso
y drama en el que la autora nos hace conocer cómo era el tratamiento que
recibían las mujeres -y que recibió ella misma en su momento-, de parte de los
hombres, en el siglo XIX cuando sufrían de depresión.
Me parece recomendable
para quiénes quieran conocer acerca del tema y a quienes le interese leerlo
desde la perspectiva feminista creo que les resultara interesante .
#MusicForReaders #BookSoundtrack #Books&Music
Es la sección en la que pongo una canción elegida por mí, que me parece que combina perfectamente con la trama del libro reseñado:
BookSountrack para " El Tapiz Amarillo ":
Apagué Mi Mente de Carla Morrison
Préstenle atención a la letra y verán...
Estuve bajo rehabilitación
Buscandole sentido al mundo
Cosas que no lograba comprender
Encendí mi alma y apagué mi mente
... Tuve que aprender a sostener
Mis palabras aunque fuera en un papel
Cosas que no lograba comprender
Cuidaron mi alma y volví a renacer
#FelicesLecturas #CharlottePerkinsGilman #GoodReads
#ElTapizAmarillo
Merci Bookú
In case I don't see ya, Good Afternoon, Good Evening and Good Night
Maravilloso como resume el libro, me encantó. Es como volver a vivirlo al leer esta perfecta reseña y la canción al final esta como anillo al dedo.
ResponderBorrarMuchas gracias, me alegro de encontrar más lectores de este libro. Saludos.
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